La Reserva Natural de la Trapa es una finca situada en el extremo sudoeste de la sierra de Tramuntana. Recibe este nombre a raíz de la presencia de los monjes trapenses,quienes se establecieron en el valle, hacia el año 1810. Durante su estancia, edificaron un monasterio, crearon un sistema de aprovisionamiento de agua mediante minas de captación y construyeron bancales y muros, siguiendo la tradicional técnica de piedra seca. En la Trapa se pueden encontrar elementos de la arquitectura tradicional como son las casas del antiguo monasterio y restos de una capilla, el molino, la era... Pero, de obligada visita es el mirador, un balcón excepcional con vistas a la isla Dragonera, que parece un dragón saliendo del mar.
Encantador
El monasterio de monjas canonesas agustinas de Santa María Magdalena tiene origen en un hospital del que ya se tienen noticias a principios del siglo XIV. La incorporación de las monjas fue obra del rey Pere el Ceremonioso, que acordó el desplazamiento a Mallorca de unas monjas del convento de Barcelona. La documentación conservada ofrece poca información sobre la antigua vida conventual o sobre la construcción gótica de la iglesia. El patrimonio medieval conservado consiste en tres singulares manifestaciones del arte gótico, prueba del auge de la comunidad a partir de la segunda mitad del siglo XIV. La obra más antigua e importante es el retablo dedicado a Santa Magdalena, y que debió de presidir la iglesia gótica: la tabla central, con figura exenta de la santa, es obra de Francesc Comes; las tablas laterales son atribuibles al denominado Maestro del Obispo Galiana, y el pináculo central se considera obra de Joan Daurer, todos ellos grandes artistas de la pintura gótica mallorquina del siglo XIV. Sigue en interés la tabla monumental de Santa Helena, atribuida a Rafel Mòger. Y una tercera obra es el pequeño retablo dedicado a la Virgen, a San Miguel y a San Juan Bautista, obra de Joan Rosado o Rosetó. Todas estas pinturas se encuentran en la Sala Capitular del monasterio, y sus autores figuran entre los más renombrados pintores del arte gótico mallorquín. Con la presencia en el siglo XVI de la monja Catalina Tomàs, después santa, se inició una nueva etapa del monasterio muy esplendorosa, bajo el mecenazgo del cardenal Despuig.
La Cripta de Sant Llorenç sirve de zócalo al ábside de la iglesia de Santa Cruz, una peculiaridad única en Mallorca. Son diversas las hipótesis planteadas por los investigadores sobre la fecha de su construcción, pero la mayoría coincide en considerarla una obra de principios del siglo XIV. En sus columnas se han visto detalles que recuerdan la biblioteca de Poblet, y algunas soluciones técnicas la acercan a la manera de obrar de los artífices que levantaron el Castillo de Bellver. La disposición del espacio es extraña: parece una obra inacabada, ya fuera por la topografía del terreno o por la carencia de apoyo económico. En el centro de la cripta hay cuatro columnas que delimitan una serie de ámbitos de formas diferentes. El espacio central, de planta cuadrada, seria la cabecera del templo; a su alrededor, unos segmentos trapezoidales y triangulares delimitan un sector rectangular que se abre al atrio de entrada con una portada gótica, sencilla pero con una fabulosa representación de hojarasca medieval. Los espacios restantes, a manera de deambulatorio, dan acceso a cuatro capillas de planta cuadrada que se ubican entre los contrafuertes que sirven de asentamiento al ábside de la iglesia superior. Esta organización peculiar impuso a los constructores de la iglesia parroquial la planta de la zona absidal, simple transposición de la estructura de la cripta.
La Ermita de Betlem se erige sobre las ruinas de la antigua alquería musulmana de Binialgorfa. Entre 1302 y 1344, esta finca estuvo bajo el dominio de la Dehesa de Ferrutx, importante zona de caza de los reyes de Mallorca. Al desaparecer la dehesa como tal, Jaume Ferrer adquirió Binialgorfa. En 1409, Joan Morei la compró a los herederos de la familia Ferrer. La producción de aceite era una actividad importante de la misma, así como la apicultura. Con el tiempo, la finca fue abandonada. En el año 1805, esta zona, conocida desde hacía tiempo con el significativo nombre de desierto de Binialgorfa, fue ocupada por cinco ermitaños procedentes de Sant Honorat de Randa y de la Trinitat de Valldemossa. La fundación de la ermita fue posible gracias a la donación de dos cuarteradas de tierra y de los restos de las casas, que hizo Jaume Morei Andreu de Sant Martí, propietario de la finca. Los primeros ermitaños casi sólo encontraron los restos de una antigua torre de defensa y del molino de aceite, pero rápidamente se iniciaron las obras de reconstrucción de las ruinas, se levantaron las celdas de los ermitaños y la antigua torre fue habilitada como capilla. En estas obras destacaron, como patrocinadores, el cardenal Despuig y el canónigo Joan Dameto. El nombre de Betlem procede de la petición que hizo el donante: que la nueva ermita estuviera dedicada al misterio del nacimiento de Jesús. Actualmente, la ermita cuenta con 60 cuarteradas de terreno y viven en ella varios ermitaños, miembros de la congregación de san Pablo y san Antonio
Se trata de la segunda parroquia en importancia en el rango eclesiástico de la ciudad, y la más extensa tras Santa Eulàlia. Estaba situada cerca de la puerta de Santa Catalina, antigua Bab al-yadid de la ciudad islámica. Era un punto de gran actividad humana, uno de los accesos más directos al mar, lo que condicionó la existencia de pescadores y marineros entre sus parroquianos. Ante el templo había una fuente y una plaza con arcos dónde se estableció la curia del obispo de Barcelona. La iglesia parroquial es un edificio de fábrica gótica tardía. Entre las iglesias góticas de nave única -el modelo seguido por las iglesias mallorquinas- esta destaca por su anchura. De los feligreses acogidos al amparo de la Santa Creu hace falta destacar la presencia del poderoso gremio de pelaires, fundado en el siglo XIV. Del patrimonio artístico se debe mencionar la tabla de Nostra Dona de la Pau, una de las obras más antiguas que atesora la iglesia; la tabla de Sant Cristòfol -obra de Francesc Comes, bien definida estilísticamente- y la imagen de Nostra Dona del Bon Camí, insertada hoy en un retablo neogótico, atribuida a Rafel Mòger. Dentro de la iglesia había una colección de antiguas lápidas sepulcrales, que al recuperarse fueron expuestas en las paredes exteriores del edificio, en el lado de la escalera que baja a la Cripta de Sant Llorenç. A esta parroquia pertenecía el capitán Barceló o ‘Capità Toni’ (1716 - 1797), un marino muy popular en Mallorca por su lucha contra piratas y corsarios.
Esta es una de las últimas iglesias góticas construidas en Ciutat de Mallorca a finales del siglo XV. Daba servicio al Hospital General, y hoy la conocemos como iglesia de la Anunciación o de la Sangre -denominación popular que denota la devoción al Sant Crist de la Sang (Santo Cristo de la Sangre). El maestro que dirigió la construcción fue Amador, insigne picapedrero miembro de la alcurnia de los Creix. Es un edificio espacioso de nave única, de gran anchura, con capillas entre contrafuertes con bóveda de crucería. En las claves de las bóvedas se observan las armas de la ciudad y del propio Hospital, así como de la familia de los Pacs de Cunilleres y de la familia Tomàs, importantes mecenas de la obra. De su pasado medieval atesora el tríptico del Davallament, obra de inicios del siglo XVI atribuida a Joan Desí, y dos tablas de Sant Pere y Sant Antoni, atribuibles a Gabriel Mòger senior. También se exponen las tallas de un nacimiento de origen italiano del siglo XV, procedentes del convento de Jesús, declarado Bien de Interés Cultural y considerado el más antiguo de España. Igualmente se pueden ver dos magníficas esculturas en mármol de procedencia italiana. La capilla más conocida y popular es la del Cristo de la Sangre, constituida en 1552 por la cofradía de la Sangre. Aquí está el sagrario y la escultura del Cristo de la Sangre, hecha en madera de alcornoque, más ligera que otras, para poder sacar la imagen en procesión.
Las proporciones ajustadas hacen de Sant Jaume un ámbito de gran simplicidad y belleza. Obra del siglo XIV, cuenta con seis tramos de bóveda con capillas laterales de planta rectangular que dan acceso a la planta presbiteral, poligonal, rematada por cuatro absidiolos de planta cuadrangular, no siempre simétricas. La fábrica no ha sufrido modificaciones posteriores, y en las claves de la bóveda se conservan las armas de los benefactores que propiciaron su construcción. En este aspecto, la iglesia es un verdadero muestrario heráldico. La mayoría de retablos que conserva son modernos, y de los vestigios artísticos de época medieval queda un fragmento de tabla con la representación del titular en su advocación de peregrino, atribuido al pintor Francesc Comes. También había una notable escultura del siglo XIV con la representación del Crucificado, proveniente del oratori del Sant Sepulcre (actualmente, en el Museo Diocesano). El portal principal es posterior al conjunto de la iglesia, data de 1776 y estilísticamente pertenezco al barroco tardío. La torre del campanario se levanta al lado izquierdo de la fachada, y es de sección cuadrangular. Las capillas son góticas, excepto la del Sagrario, barroca del siglo XVII, presidida por un retablo dedicado a Sant Gaietà; contiene también el sepulcro de la familia Cotoner, donde se conservan los corazones de Rafel y de Nicolau Cotoner, grandes maestros de la orden de Malta. Entre las capillas cabe destacar la tercera de la derecha, dedicada a la Immaculada Concepción, con una imagen clasicista de 1813.
Los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén o Hermanos Hospitalarios no participaron en la conquista de Mallorca de 1229, pero recibieron propiedades en la parte baja de la ciudad, en los alrededores de la que, siglos después, sería la Lonja de los Mercaderes. Edificaron la curia de la Orden y una iglesia bajo la advocación de San Juan. El templo de Sant Joan de la Mar -hoy de Sant Joan de Malta- es el resultado de múltiples remodelaciones que borraron el rastro de la primitiva construcción. El único resto medieval que se conserva es la figura del patrón, bella escultura gótica que estaba expuesta en el tímpano del portal mayor y que, al acelerarse su proceso de degradación, se trasladó al interior del edificio. El templo actual, de un barroco clasicista poco ornamentado, es de reducidas dimensiones. Sobre el portal hay un rosetón y, más arriba, un frontón con la cruz de Malta inscrita dentro de un círculo. El portal presenta un arco de triunfo, con un friso que muestra una inscripción interrumpida por un relieve en forma de pechina con la cruz de Malta. El interior tiene planta rectangular con nave única, y con capillas también de planta rectangular. El retablo mayor está presidido por una imagen de San Juan Bautista. La primera capilla de la izquierda acoge a la imagen del Santo Cristo de los Boteros, y la primera de la derecha guarda la de San Cayetano
Cuenta la tradición que en la mezquita de la calle ayn al-amir (fuente del emir) -actual calle de Sant Miquel- se celebró la primera misa el día que entraron las tropas de Jaume I en la ciudad. La antigua fábrica de época musulmana, debidamente consagrada, sirvió como iglesia hasta que se inició el nuevo templo, hacia el año 1390, y la torre del campanario se ha identificado a menudo como el minarete de la mezquita. Parece que el nombre de Sant Miquel proviene del confesor de Jaume I, fray Miquel Fabra, dominico que consagró el templo adjudicándole la advocación del santo patrón. Del edificio gótico hoy sólo resta la fachada y la primera capilla entrando a mano derecha, debido a un incendio que en el siglo XVI destruyó la estructura. La portada -atribuida a Pere de Sant Joan, maestro mayor de la Seu- es austera, y uno de los ejemplares góticos de mayor belleza. Un espacio adovelado sirve de acceso al templo rematado por un tímpano apuntado y dos agudos pináculos laterales. En el tímpano hay una virgen sedente acompañada por ángeles músicos. Merece la pena destacar los escudos góticos que decoran la fachada así como, en el interior, la escultura en piedra de la Virgen María de la Salud que, según la leyenda, presidía la galera real de la armada de Jaume I. El interior tiene planta de una sola nave con ábside trapezoidal y capillas cuadradas laterales. La cubierta de las capillas es de bóveda de crucería, excepto la del Sagrario y la de la Virgen María de la Salud. El retablo mayor es barroco, obra de Francesc Herrera, presidido por una imagen del titular de la iglesia con los arcángeles San Gabriel y San Rafael. La bóveda del presbiterio cuenta con pinturas de Joan Morey sobre la lucha de Sant Miquel contra los ángeles rebeldes. En los laterales hay dos pinturas de Joan Muntaner Cladera sobre las apariciones de Sant Miquel.
¡Descarga tu guía de Mallorca!