Se trata de la segunda parroquia en importancia en el rango eclesiástico de la ciudad, y la más extensa tras Santa Eulàlia. Estaba situada cerca de la puerta de Santa Catalina, antigua Bab al-yadid de la ciudad islámica. Era un punto de gran actividad humana, uno de los accesos más directos al mar, lo que condicionó la existencia de pescadores y marineros entre sus parroquianos. Ante el templo había una fuente y una plaza con arcos dónde se estableció la curia del obispo de Barcelona. La iglesia parroquial es un edificio de fábrica gótica tardía. Entre las iglesias góticas de nave única -el modelo seguido por las iglesias mallorquinas- esta destaca por su anchura. De los feligreses acogidos al amparo de la Santa Creu hace falta destacar la presencia del poderoso gremio de pelaires, fundado en el siglo XIV. Del patrimonio artístico se debe mencionar la tabla de Nostra Dona de la Pau, una de las obras más antiguas que atesora la iglesia; la tabla de Sant Cristòfol -obra de Francesc Comes, bien definida estilísticamente- y la imagen de Nostra Dona del Bon Camí, insertada hoy en un retablo neogótico, atribuida a Rafel Mòger. Dentro de la iglesia había una colección de antiguas lápidas sepulcrales, que al recuperarse fueron expuestas en las paredes exteriores del edificio, en el lado de la escalera que baja a la Cripta de Sant Llorenç. A esta parroquia pertenecía el capitán Barceló o ‘Capità Toni’ (1716 - 1797), un marino muy popular en Mallorca por su lucha contra piratas y corsarios.
¡Descarga tu guía de Mallorca!