El sepulcro de Ramon Llull se sitúa en la segunda capilla radial de la cabecera de la basílica de Sant Francesc. Es obra de Francesc Sagrera, del año 1487. En la parte inferior están los nichos donde debían ir las figuras alegóricas de los siete artes, el trivium y el quadrivium; en medio, los escudos de Mallorca, de los Reyes Católicos y del linaje Llull; arriba, el sarcófago del Doctor Iluminado, con una estatua yaciente, con dos ángeles que acompañan al cielo el alma del difunto. Situamos aquí una estrofa del Cant de Ramon, que habla autobiográficamente de la vejez. El poema data, posiblemente, del fin de la estancia de Llull en París, hacia 1299. Es una auténtica joya de la lírica luliana por su carácter pregonamente humano y por sus notas de sensibilidad: Sóc hom vell, pobre, menyspreat, no hai ajuda d'home nat e hai trop gran fait emparat. Gran res hai de lo món cercat; mant bon eximpli hai donat: poc són conegut e amat. Vull morir en pèlag d'amor… Según la tradición, Ramon Llull fue lapidado hacia 1316 en la ciudad norteafricana de Bugia. Gravemente herido, fue recogido por unos marineros genoveses y murió en el barco que lo transportaba a Mallorca, ante las costas de la isla. Gaston Vuillier nos recrea la leyenda: "En Bugia fue herido, y finalmente apedreado por los habitantes a las puertas de la ciudad. Unos pescadores genoveses recogieron su cadáver y partieron hacia su patria. Pero cuando creían entrar en el puerto de Génova, se encontraron con que estaban delante de Mallorca. Resolvieron seguir nuevamente el objetivo de su viaje, pero el barco, retenido por una fuerza misteriosa, no avanzaba a pesar de sus esfuerzos y a despecho del viento favorable que hinchaba las velas. Bajaron a tierra, contaron aquel prodigio, y finalmente comprendieron que tenían que devolver a esta tierra el cuerpo de Ramon Llull. Entonces, reanudando el viaje, lo realizaron sin obstáculos". Continúa Vuillier: "Se había decidido que el cadáver sería depositado en la iglesia de Santa Eulàlia, donde reposaban las cenizas de sus antepasados; pero los religiosos de Sant Francesc lo reclamaron como miembro de su comunidad, y fue colocado con gran pompa dentro de la sacristía del convento y más tarde transportado a la sepultura que actualmente ocupa
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